Una plática
Era sábado por la noche e iba a dormir después
de un desastroso día, había perdido otro concurso literario y ya iban diez con este,
no había ganado ninguno, quizás mis relatos cortos eran demasiado políticamente
incorrectos o simplemente no era un buen escritor. Estaba un poco desanimado,
me emborraché pero eso no mejoró nada, me acosté solo porque no tengo novia (¿a
caso sería escritor si tuviese una pareja?) y cuando estaba a punto de dormir
me despertó una voz.
—Jaime…
—¿Quién es?
—Jaime, despierta.
—¡Soy pobre! ¡No tengo nada! —me levanté asustado pensando que era un ladrón, pero vi la
figura de Friedrich Nietzsche—. ¡No puede ser! Eres igual que Nietzsche.
—No, te equivocas, soy Dios.
—¿Cómo va ser Nietzsche Dios
cuando era ateo?
—Cuando bajo al mundo lo hago en
formas de personas ateas, me divierte, soy muy cínico.
—No lo dudo, Dios, sólo hay que
ver cómo tratas al mundo… —me callé un momento, no me creía
del todo que aquel Nietzsche fuese Dios—. Transfórmate en otra figura
humana, si eres Dios podrás hacerlo sin problemas — volví a hablar.
—Claro, ¿alguna persona en
particular quieres?
—Sí, Lucey Duvalle.
—¡Oh! Esa pecadora, está bien, lo
aceptaré porque necesito tu ayuda.
Dios se transformó en aquella beldad negra, así
sería difícil tener una plática sería con alguien que decía ser Dios, no
obstante, de este modo me animaría un poco. Tras estar unos segundos con la
boca abierta por ver ese cuerpazo volví hablar.
—Ahora sí creo que eres Dios.
—Me alegra escuchar eso, Jaime.
—¿Qué quieres de mí?
—Ayuda.
—¿Ayuda?
—Sí, tengo problemas morales.
—Yo no puedo ayudarte, Dios, soy
un fracasado, no hago nada bien.
—Escribes.
—Sí, pero casi nadie me lee, debe
ser que soy malo.
—No es porque eres malo, eres
sincero escribiendo, escribes la realidad y a la gente no le gusta leer lo que
está sucediendo realmente en el mundo, es más fácil leer novelas más alegres.
—Yo hablo de la realidad desde un
toque desenfadado, un poco cínico, como tú diriges este mundo, Dios.
—Jaime, por eso necesito tu
ayuda, eres sincero y no te da miedo decir lo que piensas. Si me hubiese
aparecido a cualquier otro tipo de persona no me hubiese tuteado como tú, es
más, me tendría miedo, en cambio, tú no has hecho nada de eso.
—Porque yo nunca he leído la
biblia, mi señor.
—No seas irónico, de momento no.
No podía creer que estaba hablando con el
creador en forma de Lucey Duvalle tan familiarmente a mí, que era ateo, se me
había presentado el Todopoderoso y no era para convertirme en creyente, era Él
quien necesitaba ayuda, me impacienté y exigí que fuese rápido para explicarme
sus problemas, por fin me contó sus inquietudes.
—No creo en mí.
—Bueno, la hemos liado entonces
si Dios Todopoderoso no cree en él… —miré a esa figura y rectifiqué—, perdón, si ella no cree en sí misma.
—Hace mucho tiempo que tengo
dudas sobre mi figura, es realmente positiva para el mundo, realmente existo…
en fin, no sé, he complicado mucho la creación del universo.
—No lo dudes, Dios.
—Necesito tu ayuda, no tus duras
críticas de ateo.
—Es por eso que tendrías que
hablar con un creyente, te ayudaría mejor que yo.
—No, me tienen miedo, son unos
pelotas como lo llamáis vosotros en la Tierra.
—Está bien, Dios, explícame el
origen del problema.
—Todo empezó en el siglo
diecinueve, primero fue Joseph Proudhon, Karl Marx y Mijail Bakunin. Estos tres
individuos me hicieron dudar de mí mismo, qué hice, me había convertido en el
opio del pueblo según Marx, aunque Bakunin fue más lejos, según él deberían
matarme si realmente existiera, ¡matarme a mí! Mataría a su propio creador, me
cuesta de creer en los ateos como tú, Jaime, es duro para mí.
—Me hago una idea, Dios —intenté animarlo.
—Sin embargo, hubo un individuo que
aseguró al cien por cien que yo no existía sin ninguna dosis socialista, era el
único ateo de aquella época que me caía bien, era Friedrich Nietzsche y aseguró
que yo había muerto, no entendía que si yo había muerto él no podría existir.
—Su mensaje era otro, señor.
—Me lo explicó cuando murió y
subió al cielo a hablar conmigo.
—Me cuesta creer que Nietzsche
esté en el cielo.
—Tendría que haber ido al
infierno por ateo pero hurté su alma a Satán —Dios rió
como un pícaro.
—Señor, irá al infierno.
—Jaime, nadie puede condenar a
quien reparte al pastel y más teniendo en cuenta que está en otra dimensión.
—Es cierto, por eso creo que eres
un tirano, nos puteas en la vida y nos prometes una quimera después de la
muerte, no entiendes que el paraíso tendría que ser en la Tierra , no pido la
inmortalidad pero sí la paz, la libertad y la felicidad.
—Pensaba que no eras socialista.
—No lo soy porque es una idea creada
por el hombre, el hombre ha salido de ti, nada bueno puede salir de ti ni del
hombre.
—Eres muy cruel conmigo, Jaime.
—Alguien te tendría que haber
dado un sermón hace tiempo. Eres como el empresario que todo el mundo teme y
nadie es capaz de decirle que su empresa poco a poco acabará arruinada, cuando
llega la desgracia todo el mundo se lamenta pero ya es muy tarde, en la Tierra hace años que
estamos lamentándonos.
—Os di la libertad, quiero que
seáis felices por vosotros mismos.
—Sí, pero creaste a unos
monstruos —me callé un momento y volví hablar—. De tal palo, tal astilla.
—Hasta sacrifiqué a mi hijo por
vosotros, desde entonces está raro con los judíos, se ha hecho musulmán sólo
para fastidiarlos.
—Me cuesta ver a Cristo de
musulmán, señor.
—Pues créetelo, ha dejado el
vino, eso sí, aparte de Magdalena tiene tres esposas más, tonto no es mi hijo.
—Lo ves, no has hecho nada a
derechas. Sacrificas a tu hijo para sufrir con nosotros, sé que padeces viendo
nuestra autodestrucción, sin embargo, no entiendo en qué pensabas cuando nos
creaste ¿por qué tanta maldad? ¿Por qué somos tan egoístas y tan
autodestructivos? ¿Por qué no nos conocemos? ¿Por qué no das señales de vida?
—Son muchas preguntas, Jaime, intentaré
responderlas todas de golpe. Mira, hijo, en el cielo todo es bueno y en el
infierno todo es malo, son dos mundos tristes y pobres en contenido, mundos muy
simples y aburridos, quise crear un mundo rico, bello y complejo, primero creé la Tierra y muchos siglos más
tarde a vosotros. Sois mi obra maestra, nadie os entiende, he recibido muchas críticas
por vuestra creación.
—¿Tienes críticos en el cielo? —corté a Dios sorprendido.
—Sí, todo lo he creado yo… bueno,
no me distraigas, como te decía me superé a mí mismo con vosotros. Sois
divertidos, absurdos pero a la vez inteligentes y curiosos, sois bellos y
sentís una mezcla de emociones y colores que en el paraíso o infierno no
existen. Sois mi cara y mi cruz, mi orgullo y vergüenza porque sois capaces de
hacer el acto más bello que existe como el más atroz, yo hice la base y os dejé
libres para expandiros, me equivoqué, no soy perfecto por mucho que lo crean
mis fieles, fuisteis en un principio solo un experimento…
—¿Un experimento como hacen los científicos
con los monos?
—Mejor no se puede explicar,
Jaime. No obstante, con el tiempo os cogí mucho cariño y me entregué totalmente
a vosotros, me decepcionaba ver vuestra maldad, me entristecía mucho, sabía que
os había creado libres pero de vez en cuando me manifestaba con la intención de
salvaros de la maldad, mi último intento fue con Cristo, fue mi último fracaso,
desde entonces os he dejado como una quimera, como yo para ti… es más, me da
vergüenza bajar a la Tierra
porque está hecha una mierda.
—¡Dios! No digas tacos.
—¡Yo creé los tacos! —dijo Dios indignado.
—No te enfades, Dios, no te
enfades… —me callé para pensar en una solución, mandé callar a Dios
para pensar, después de unos cinco minutos se me iluminó la bombilla—. Tengo una idea, vamos a ir a la calle, a los sitios
normales, así verás el mundo tal como es.
—Me parece una buena idea.
—Una cosa, Dios.
—Dime.
—Transfórmate en un hombre
normal, con este tipo todos los tíos te van a intentar ligar.
—¿Tener relaciones sexuales? —preguntó Dios dudando.
—Sí, follarte.
—¡Oh! Descarado.
Dios se transformó en Sigmund Freud, era otro
ateo que le hacía gracia, cada segundo me sorprendía más la personalidad del Todopoderoso.
Eran las dos de la noche y yo era consciente que únicamente encontraríamos a
jóvenes y a cuatro locos. Fuimos a un pub del centro de la ciudad que era uno
de los más tranquilos de la zona, en ese local había gente treintañera
solitaria que buscaba pareja desesperadamente, como yo, vamos, creí que sería
un buen sitio para ver la frustración de la gente. El local era grande y
constaba de asientos cómodos y mesas para tener charlas amigables, no había
pista de baile pero sí una barra larga y grande. Nosotros nos pusimos en la
barra, Dios me pidió que no hablase, quería escuchar todas las conversaciones y
leer la mente de la gente, me dijo que eran dos sentidos para él que podía
coordinar sin ningún problema. Dios escuchaba y me invitaba a copas, me parecía
un buen trato, a mi lado había dos chicas que parecían de mi edad, no eran muy
bonitas aunque teniendo en cuenta que hacía tres meses que no tenía relaciones
sexuales era algo que no me importaba mucho, sin olvidar que ya iba un poco
cargado de alcohol y había perdido la vergüenza. Hablé con ellas y parecía que
se interesaban por mí, era un buen principio, las invité a una copa a cada una,
todo iba bien hasta que Dios me dijo de irnos, había tenido suficiente.
—No me jodas, Dios, estas tías
quieren rollo —le dije en voz baja para que
nadie nos escuchase.
—No, estas señoritas únicamente quieren
reírse un rato de ti.
—Mentira.
—Puedo leer la mente.
—Lo dices para que nos vayamos.
—Sólo tengo una manera de
demostrártelo. Cógeme de las manos.
—¿Qué?
—Cógeme y sabrás lo que piensas
estas chicas, lo que he leído en todas las personas de este local.
Agarré las manos de Dios y leí las mentes de
las dos mujeres, era cierto, únicamente estaban conmigo porque creían que
podrían beber gratis, luego irían a la discoteca e intentarían cortejar a un
caballero. No me enfadé por los pensamientos de las señoritas, estaba
acostumbrado a encontrarme con personas así cada dos por tres,
independientemente del sexo. Luego llegaron todos los pensamientos y
sentimientos de las personas de la sala y fue algo que me destrozó. Había un
hombre que presumía delante de sus amigos de una vida exitosa en casi todos los
terrenos de su vida, decía que le gustaban demasiado las mujeres para estar con
una sola cuando en realidad se sentía un desgraciado por su soledad y su
incapacidad por entenderse con el sexo femenino. Había otro hombre solo en la
barra del bar que bebía güisqui, era un policía honrado desilusionado de la
vida tras ver la corrupción del cuerpo y reconocer de una vez su utopía:
mejorar la sociedad. En otra mesa había una pareja callada a punto de separarse
porque no podían tener hijos, ambos no habían superado tal problema y se
sentían vacíos e impotentes, la posibilidad de la adopción para ellos era
absurda. En las máquinas tragaperras un cuarentón se gastó los ahorros de su
hijo, cuando se acabó el dinero fue cuando despertó del vicio y se dio cuenta
de su error, se fue llorando del local. En el lavabo una chica de veinticinco
años hizo una felación a un caballero que le dijo que era un productor musical
y buscaba una cantante como ella, cuando la chica se dio cuenta de que era
mentira fue cuando le llamó al teléfono móvil y escuchó que el número no
existía. Se puso a llorar desconsolada sintiéndose peor que una prostituta, al
menos cobran. A parte de leer los pensamientos y sentimientos de los clientes
del bar, también me llegaron las frustraciones de mucha gente del mundo, comprendí
qué siente cuando una mujer es violada, viví la extrema pobreza que pasan
millones de personas cada día en la
Tierra , sentí tanta hambre como los niños africanos, me cansé
igual que un trabajador chino con su jornadas eternas en cualquier fábrica, también
me llegaron los dolores físicos de los enfermos de sida o tumor, enfermedades psicológicas
o el síndrome de abstinencia de un drogadicto… Y muchas más frustraciones,
desilusiones y tristezas sentí, fue tal mi impotencia que salí corriendo a la
calla y lloré de tanta impotencia.
—¿Cómo aguantas tantos
sufrimientos? —le pregunté a Dios.
—Soy fuerte, aún tengo un poco
esperanza en vosotros.
—¿Por qué?
—Sois mi mejor creación. Ninguna
raza más tiene tantas diferentes personalidades como la tuya, hay hombres
introvertidos, extrovertidos, inteligentes, ignorantes, sensibles, duros… en
fin, os creé con mucho esfuerzo y cariño, sin embargo, no calculé bien algo. Pensé
que el bien ganaría al mal, quién sabe, aún se puede ganar tal batalla.
—Dios, me equivoqué contigo, no
eres un tirano, sino un idealista sensible al que se le fue de las manos su
experimento. Tu misión aquí es crear una nueva idea de ti, estás totalmente
desfigurado en la Tierra. Aún
sabiendo que existes, aún creyendo que esto no es un ataque esquizofrénico…
todavía creo que puede haber una vida feliz sin tu mensaje y sin tu idea, no
obstante, creo que mucha gente necesita la idea de ti, saber que existes para
ellos es un gran alivio por su vacío espiritual. Si la idea que tiene la gente
de ti cambiase todo podría ir un poco mejor.
—Me gustaría creerte, Jaime, seguro
que esa nueva idea mí sería utilizada por algún déspota para su aprovechamiento
personal.
—Sí, me había olvidado de los
políticos y el Vaticano.
—No pienses mucho en política, es
una mala influencia para la felicidad. Por desgracia con la religión pasa
exactamente lo mismo.
—A mí lo que más me ha hecho
feliz ha sido el arte.
—Entonces sigue, Jaime, escribe
todo lo que sientes. Gracias a esta noche podrás construir personajes más
complejos, más oscuros, una filosofía más madura. Colabora en la construcción
de un nuevo mundo a raíz de tu literatura.
—Nunca he escrito para los demás,
sólo para mí.
—Eso está muy bien, ahora eres
joven pero ya te darás cuenta con el tiempo que tus relatos ayudan a las
personas, tienes que ser paciente.
—Supongo que tienes razón.
—Soy Dios, siempre tengo la
razón.
Dios rió suavemente, yo lo seguí. Me acompañó a
casa y se despidió de mí, no dijo nada importante aunque me comentó que estaba
más animado al hablar conmigo por mi buen corazón. Le había gustado mi idea de
una reforma sobre Él en la
Tierra aunque tendría que pensarlo detenidamente en el
paraíso. El problema era que al tener todo la eternidad quizás tardaría siglos
en decidirse, era un ser tranquilo que quería hacer el bien en la Tierra. No podía dar señales
claras de su existencia porque sería matar la libertad que nos dio, tendríamos
que seguir sufriendo porque la libertad es una responsabilidad más que un
placer, aunque con los años esa responsabilidad se convierte en una paz
espiritual de la que tanta gente anhela. Dios no es un ser perfecto, es lógico,
si fuese perfecto nosotros también lo seríamos ya que venimos de su imagen. También
hay que tener en cuenta que la energía solo se transforma y un ser perfecto no
puede cambiar a otra forma, sería contradictorio porque al ser perfecto no
puede modificar ni mejorar su imagen.
Meses después de mi encuentro con Dios cambié
un poco mi estilo literario y parece que conseguí más atención por parte de la
gente. No alteré mucho mis ideas pero mis relatos ganaron en madurez, algo que
únicamente se consigue con los años. Actualmente todavía no vivo de la
literatura, sigo trabajando como bibliotecario pero hoy me han notificado que
he ganado mi primer concurso literario, es el principio, poco a poco voy
creando un río agradable para nadar, sigo construyendo y nadando.
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